Emprender está de moda. Cada vez la gente quiere hacerlo más. Muchas personas con años en el mundo corporativo anhelan crear algo propio. Los jóvenes visualizan su futuro construyendo su empresa. Incluso, los niños de hoy en día, proyectan su futuro emprendiendo. En varias entrevistas que he hecho con expertos del ecosistema en el último año me he dado cuenta que la tasa de emprendedores en América Latina es altísima. Pero también lo es la tasa de fracaso.
Este deseo tan grande por emprender ilusiona; nos abre nuevos horizontes para una nueva generación de valor desde la creación de empresa. Sin embargo, la alta tasa de fracaso también preocupa y pone unos interrogantes sobre la mesa. En esta reflexión del mes, quiero plantear dos razones que creo que son las principales causales de tanto emprendedor que abandona el barco a mitad de camino.
¿Para qué emprendemos? La primera, tiene que ver con esta pregunta. Creo que muchos emprendemos sin saber por qué lo hacemos ni para qué lo hacemos. Emprendemos idealizando el fin, lo que vemos en los pocos que han logrado el éxito, y no enamorándonos del proceso. Las redes sociales, el boom mediático del emprendimiento, nos han vendido que este es un camino lleno de éxito, de pasión, de dinero, de libertad. La realidad no es así. Es un proceso con un sube y baja de resultados y emociones.
Por eso, hago la siguiente propuesta para quienes están emprendiendo o quieren hacerlos. Que se vayan a un lugar calmado que les guste y se hagan la pregunta “¿Para qué voy a hacer esto?”. Si la respuesta tiene que ver con dinero, libertad, pasión, éxito, es muy probable que estén condenados a dejar el barco a la mitad del camino. Por el contrario, si encuentran respuestas orientadas a la pasión que les produce atacar ese problema, a disfrutarse el proceso de crear empresa, de aprender, servir y generar valor a los grupos de interés, puede que tengan un barco más sólido que les permitirá aguantar las tormentas de este arduo viaje.
La segunda razón por la que creo que la mayoría fracasan es por pensar que esto es un sprint. Por tener una altísima expectativa de que en el corto plazo llegarán resultados en ingresos, satisfacción personal, reconocimiento e impacto. No es así. Las PYMES promedio, tardan entre 3 y 6 años para consolidar sus negocios. En este último tiempo me he encontrado con decenas de emprendedores que abandonan su causa tras unos pocos meses de empezarla porque sienten que no van bien, que no le están pegando.
A estos los invitaría a revisar la historia de empresarios como Sam Walton, Phil Knight, Alfredo Hoyos y Arturo Calle, fundadores de Walmart, Nike, Frisby y Arturo Calle respectivamente, quienes tardaron décadas en consolidar sus negocios. Por eso, es importante visualizar esto como una maratón, una causa de largo plazo, para no cegarnos por resultados o emociones cortoplacistas.
En ese sentido, la invitación del mes es a:
- Definir “¿para qué?” queremos emprender y encontrar unas razones sólidas.
- Interiorizar que emprender es una maratón y no un sprint.
Saludos,
Luis Buitrago V
Fundador El Secreto Para Emprender
(57) 3176451550